Lo que empieza mal, acaba mal. La nave rusa Phobos-Grunt, destinada a viajar al satélite marciano del mismo nombre, impactará el próximo domingo 15 de noviembre contra la Tierra después de perder el control y ser incapaz de abandonar la órbita terrestre. La sonda, de 14,6 toneladas -la mayor parte del peso corresponde a un combustible áltamente tóxico- se quemará al entrar en contacto con la atmósfera, pero los científicos rusos creen que las piezas más grandes soportarán la entrada y se precipitarán contra la superficie terrestre. Dónde todavía es un misterio.
Phobos-Grunt ha pasado de ser el orgullo ruso, su primera misión a Marte después de 50 años de intentos sin resultados, a otro gran fracaso. La misión debía aterrizar en Fobos, uno de los dos satélites naturales del Planeta rojo, recoger algunas muestras del suelo y regresar con ellas a la Tierra. Nada de eso. Poco después de ser lanzada, el pasado 9 de noviembre, la nave quedó atrapada en una órbita baja. Durante días, el artefacto no dio señales de vida. Cuando consiguieron contactar con él, ya no era posible orientar su camino. Solo quedaba la caída.
La cuenta atrás
La Agencia Espacial Rusa (Roscosmos) ha comenzado la cuenta atrás para la colisión de la Phobos-Grunt contra la Tierra. «Según los datos en nuestro poder y las predicciones de los especialistas, el plazo de caída de la nave oscila entre el 10 y el 21 de enero, con el día 15 como fecha más probable», ha informado. En cuanto al lugar de la colisión de la sonda, que ha deambulado a la deriva en torno a nuestro planeta, no se podrá predecir hasta 24 horas antes de que se produzca. En estos momentos, el radio de caída de la sonda -51,4 grados latitud norte y 51,4 grados latitud sur- abarca desde Londres al extremo sur del continente americano.
La superficie de la Tierra será alcanzada por unos 20 ó 30 fragmentos de la nave con una masa conjunta de casi 200 kilos. El resto de la sonda se desintegrará al entrar en contacto con la atmósfera, al igual que el combustible que porta el Fobos-Grunt, que se quemará a unos 100 kilómetros de altura, a lo que contribuirá el que sus depósitos sean de aluminio. Sea como sea, los rusos aseguran que la nave no representa ninguna amenaza para nuestro planeta.